jueves, 1 de diciembre de 2011

Chorradas

Me he analizado a mi misma, mi comportamiento y actitudes. He llegado a una conclusión. Se trata de un método que, por lo visto, utilizo en muchos ámbitos de mi vida. Me refiero a las chorradas, esas pequeñas tonterías que hago.

No tengo ni idea de cuando ni del porqué pero todo esto empezó hará un par de años. Yo vivía una época de mi vida en las que tenía una visión y un humor fuera de lo común, llamémoslo...Oscuro. En este momento respondía a todo con una respuesta de tema lúgubre, gore, frío y cruel, pero esto llevaba un toque tan...ingenioso, que conseguí que formara parte de mí: era mi marca personal. Este estado no se contagió a nadie de mí alrededor, todos sabían que era cosa mía, pero no lo hicieron suyo.  Esa época pasó  sin saber bien como, pero llegó otra: la actual. También desconozco el origen de todo esto, pero contaré mi punto de vista.

Empecé a literalmente a “hacer el subnormal” incluyendo en  mi vocabulario ruidos extraños y espasmos. Hice que las palabras: zorra, golfa, puta (y todas las modalidades de esta) fueran el número uno de palabras dichas. Lo que logré con esto es a simple vista increíble. Conseguí formar un lazo bastante curioso, un lazo familiar. Uno bastante fuerte, y sobre todo especial. Hice que de mi forma de ser comenzara una manera de expresión global (a nivel familiar). Conseguí expresar mi amor por los demás mediante las palabras más malsonantes. Toda una hazaña.

Sé que parece imposible, pero si me conocéis a mi o a alguien de mi familia lo podréis ver. Os pongo como ejemplo uno de los más habituales: un día cualquiera. Mis hermanas llegan agotadas de su día de estudio y cada una se encierra en su cuarto. Ahí aparezco yo, con mis ruidos de deficiente mental, con mis movimientos exagerados y les saco una sonrisa. ¿A quien no le va a gustar que le pregunten que tal le ha ido el día con voz de retrasado? Sé que es extraño. Pero sé que de vez en cuando esas chorradas les sientan bien. Les saco una sonrisa y eso es lo que más me llena del mundo.

Os dejo pensar que soy una payasa lo curioso que  no lo parezco. A simple vista da la sensación de que soy una persona seria y tímida. Soy todo lo contrario. Lo bueno es que para conocerme del todo hay que pasar tiempo conmigo. Me gusta sorprender a la gente cuando me conoce.

Como conclusión de todo esto os aconsejo, de verdad, que os dejéis apoderaros por el lado lerdo de vuestro ser  y sobre todo que se lo mostréis a personas cercanas y les saquéis esa sonrisa boba que todos necesitamos de vez en cuando.

domingo, 12 de junio de 2011

Pájaros

  Levantar la mirada y solo ver pájaros, mucho pájaros que vuelan libres, que no van a ningún lado, que nada les encierra.

Cada minuto que pasa me siento más encerrada. Sentada en una silla de la que no me puedo levantar, vigilada  por miradas que no se apartan ni un instante.

Me oprimen, me mandan, me hacen callar, siempre estoy obedeciendo. Cada vez que se da una orden me encierro un poquito más  dentro de mí misma, intentando buscar algo que me libere, que me haga sentir bien o que consiga que me olvide de los barrotes que me encierran. Podrás pensar que soy una cobarde, pero eso no es cierto. No me encierro en mi misma, si no que cojo carrerilla para poder salir de la opresión en la que vivo, poder correr y decir lo que quiera, sentarme donde me apetezca, hablar con quien desee...

Cojo carrerilla para poder volar como los pájaros.

domingo, 5 de junio de 2011

Princesa de los aires

La brisa del mar se colaba por entre las grietas del castillo y lo recorría pasillo a pasillo hasta llegar a la torre principal. donde nuestra protagonista descansaba sobre la cama.

Su cuerpo reposaba sobre una colcha recubierta con una delicada tela de lino. Los cabellos jugueteaban con las caprichosas corrientes que parecian encontrar aquí un lugar apropiado donde habitar

Una rosa desmayada vivía en un pequeño florero decorado con tonos azules. Cuando el sol le daba a este producia miles de sombras añiles se proyectaban sobre la mesa . No había cosa que más le gustara a la princesa. Las acariciaba con las yemas de los dedos e intentaba retenerlas en las manos pero no había manera...

La princesa bajaba pocas veces al salón,  a donde a ella  le gustaba bajar era al jardín.

Siempre que lo visitaba se quedaba tumbada entre las nubes, acariciaba los arbustos de nube blanca y se asomaba al borde para ver los delfines pasar

Ese era su hogar; un castillo sobre el mar, sostenido por nubes que ella misma elevó con suspiros.



Gracias Charlie por ayudarme con todo.

domingo, 13 de marzo de 2011

Quiero tenerte

Este es un escrito (por que no sé de que otra forma llamarlo) que hice hace mucho tiempo. Me parece que ya era siendo hora de que mostrara alguna de las creaciones que guardo en mi libreta verde. Espero que lo disfruteis:

Tengo ganas de tenerte, de mirarte a los ojos,
de peinar tu pelo. De que conozcas mi mundo
y de que me enseñes el tuyo.

Tengo ganas de cuidarte, de quererte.
Quiero acariciar tus mejillas como si
fuera el viento,

Tengo ganas de abrazarte, de sentirte cerca
y de hablarte..

Te echo de menos y ni siquiera te he tenido.

martes, 22 de febrero de 2011

Relato

Aquí os dejo con uno de mis proyectos. Es un relato que comencé hace mese y que poco a poco voy continuando. Me inspiré en un cuadro llamado "La tejedora" que aparecía en mi libro de sociales. La protagonista no tiene nombre así que acepto sugerencias y por supuesto críticas. Espero que lo disfrutéis.


"La tejedora"
Caminaba ¿Qué más podía hacer? La fábrica ya había cerrado y no tenía apenas sitios seguros a los que volver. Si regresaba a su casa le esperaría una vida llena de responsabilidades, algo demasiado temprano para su joven edad. No quería seguir con aquella vida, quería cambiar todo. Su única opción era volver a la fábrica, su segundo hogar ya que pasaba allí encerrada casi 13 horas diarias.


La nieve llenaba sus roídos zapatos de humedad y el frío calaba sus huesos, así que se desató el lazo de su cabello haciendo que su melena cubriera su cuello y así al menos conservar algo más el calor. Con sus huesudos y demacrados dedos abrochó los pocos botones que quedaban en su amarillenta chaqueta de lana. Una vez concienciada de que no regresaría a casa su puso en marcha hacia la fábrica.


Ya era tarde, las luces de las casas de los ricos se apagaban al paso de nuestra protagonista. A lo lejos se comenzaba a divisar su destino. Para llegar a la fábrica había que atravesar todo el barrio acomodado, porque las fábricas se encontraban justo en la otra punta opuesta a las viviendas de los trabajadores, esto le incomodaba por que cada mañana, al dirigirse a su puesto de trabajo estaba casi obligada a ver como los afortunados hijos burgueses continuaban durmiendo en sus camas.


Cuando se paró frente a las puertas de la fábrica ya había anochecido y el viento soplaba haciendo temblar cada frágil músculo de su cuerpo. Tomó aire y se dirigió a la parte trasera. Allí había un trozo de verja roto por el cual solía escaparse del inspector y sus aburridas charlas. Era fácil entrar, solo había que escabullirse por el agujero y cruzar el patio para llegar a la puerta del almacén.


Ya estaba dentro. La oscuridad llenaba toda la sala, pero ella ya era toda una experta. Se dirigió al fondo sin vacilar ni un solo movimiento, tocó la pared donde se guardaban las lámparas de aceite. Palpó lentamente el estante hasta dar con una de las desgastadas lámparas. La cogió y se dirigió a uno de los rincones de la habitación donde había un montón de prendas esperando a ser cosidas y remendadas. Encendió la lámpara con una de las cerillas que había esparcidas por el suelo y se acurrucó entre los harapos. Poco a poco, mientras miraba detenidamente a la lámpara, se fue quedando dormida hipnotizada por los movimientos de llama.